Y no salimos de la depresión

Imagen Wikimedia Commons
Bogotá nunca ha sido la ciudad con más confianza en sí misma, su origen es conocido por pocos, su historia por algunos, sus problemas por todos.

Bogotá se perfila a sí misma como una ciudad de conocimiento, con las "mejores universidades", con la sede de todos los ministerios y organismos más importantes del Estado.

Acá ha llegado gente escapando de las bombas, del destierro, buscando oportunidades, estudio, refugio, apoyo y a veces anonimato.

Como todos en Bogotá somos retazos de momentos que ha vivido el país, necesitamos un norte para saber hacia dónde vamos, como no conocemos ni la estructura del Distrito Capital, ni nos organizamos para proponer esa visión de ciudad, no sabemos hacia dónde ir.

Además, no ayuda que no creamos en el Distrito, que no se haya recuperado la plata que se llevaron los Moreno y los Nule, que las normas sigan sin cumplirse, que siga habiendo pobreza, que no se sepa cuidar el agua en el consumo.

El principal efecto que ha tenido la corrupción y la negligencia en los bogotanos es la depresión y un "qué importa". Qué importa si me cuelo si Transmilenio gana mucha plata y es corrupto, qué importa si gasto agua, si eso la tienen que pagar los ricos, qué importa si arriesgo mi vida haciendo bobadas, qué importa si empujo a un bebé o a una señora embarazada, qué importa si la Policía me obliga a que le pague para que mi bar siga funcionando así cumpla con todas las reglas.

Trate de tener una ciudad próspera donde la mayoría de la gente está deprimida, así le proponga la cosa más maravillosa y provechosa no la querrán hacer, así les abra espacios de participación no sacarán nada de ahí y eso los deprimirá más.

Para el cambio necesitamos que las personas que no están deprimidas, principalmente jóvenes y líderes que siguen buscando mejorar esta ciudad de nadie puedan generar espacios para que la gente desahogue esa profunda depresión y frustración colectiva, para luego ver qué vamos a hacer porque así no podemos continuar.

Bogotá es la esperanza de muchas personas que enfrentan circunstancias difíciles en otros territorios, es el lugar de oportunidades y contactos para muchas otras. No he escuchado un extranjero que hable mal de Bogotá, dicen que es entretenida, que la seguridad es normal como en cualquier capital del mundo y que la gente es muy amable y solidaria.

Ya es hora de deshacernos de esa depresión y empezar a ver a Bogotá con ojos de extranjero y de esperanza.

Como han dicho muchos si no eres tú, quién, si no es ahora cuándo.

Comentarios

  1. Toca es que un terremoto le mueva desde los cimientos. Y luego nazca nueva gente. jejeje
    No, mentiras, pero ciertamente, después de estar fuera es sensible la hostilidad de esta ciudad, caos y desorden. La ciudad creada en un acto de violencia, cuando tres garcas (Jiménez, Belalcázar y Federmann) abrieran sus ojos a una espada, a una cruz y a un pendón; es decir, a su miseria: desde entonces hay miedo en sus lindes y codicia en su gran corazón…

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