La reina del rojo


Y allí estaba yo, como la reina de ese bus de Transmilenio, sentada en mi trono, viendo a mis súbditos con desdén, mientras ellos, desesperadamente, buscaban un lugar en mi imperio. Unos colgados como primates, otros, soportando la presión de los cuerpos comprimidos y apoyándose en ellos para no caer. Mientras tanto, yo asía una vara como mi cetro y un búho de Planetas Animales como mi corona. Mentalmente, rogaba porque un frenazo no me arrebatara mi altivez e hiciera que me "aporriara" como cualquier parroquiano.

Llegó el fin de mi viaje, se abrieron las puertas y frente a mí, las personas hicieron una hilera para reverenciar mi salida, mientras dejaba mi trono a aquel fiel servidor, un hombre de baja estatura que se sostuvo de varas verticales y horizontales para evitar caer sobre mi delicado cuerpo.

Desde entonces me llaman la reina Rojas.

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