Yo también pasé halloween en la zona rosa



Cuando pequeña me gustaba mucho la noche de brujas, era el momento en que las mentes creativas de la familia centraban especial atención en mí y experimentaban la construcción de un disfraz. La parte odiosa venái cuando salía con mis papás a pedir dulces(generalmente ellos decidían dónde) y a mí me daba algo de vergüenza cuando era la única niña disfrazada en el lugar y me veía obligada a cantar, mientras el señor o la señora escuchaba atentamente y decía alguna broma.

En mi preadolescencia veía ridículo el hecho de disfrazarme eso era cosa de niños. En ese entonces aparecieron en las noticias que sectas satánicas particaban rituales de horror con niños y niñas. Decayó el número de niños que salía a pedir dulces en las calles, algunos sólo salían de día y pronto se restringió la celebración a eventos organizados por institucines conocidas por los padres como colegios, alcaldías, barrios, amigos...

De por sí el cuento de disfraz y de pedir dulces era ya una costumbre adoptada Ay con lo que nos cuesta a nosotros adoptar costumbres gringas y en especial celebraciones... Terminamos adoptando una segunda costumbre, el disfraz para los adultos.

Muchos años después me encontré pensando en mi disfraz, alistándolo afanosamente desde las 6 de la tarde. Esta vez no experimentaban conmigo los mayores, sino mi hermanita. A eso de las 8 era una gótica con vestimenta moderada. Para continuar con la tradición mis papás me llevaron al sitio de rumba a eso de las 10.

Estábamos en plena 15 con 70 cuando empezó el trancón, bueses, taxis y carros particulares atrapados en una vía angosta y lenta. Lo único que quedaba para hacer era ver los disfraces y a la gente que iba en los autos vecinos.

Pasaba por el andén caminando con tacones torpemente un hada sexy; el rey árabe y el rey medieval iban pasando la calle ocn su amiga la monja, mientras 3 mariquitas(insectos) amigas iban juntas tomando algo. Al lado izquierdo de nosotros estaba un taxi Chevrolet Sprint con más o menos 7 personas a bordo, al lado derecho un Mazda 3 con la misma cantidad de gente todos disfrazados. Llegando a la 80, en el punto más lento del trancón 2 mensos, una mcuhacha y su novio, ambos disfrazados, tomaron un taxi y se alegraron porque pudieron subirse (a esperar y a pagar más).

Llegué por fin a la calle que habíamos acordado con mi amiga, para luego caminar al sitio en el que ya habían empezado la rumba. Era impresionante la cantidad de gente que había en las calles, en algunas calles los carros no tenían por dónde pasar. Los sitios famosos de rumba estaban llenos y con filas de gente que tenáin la esperanza de poder ingresar, en los lugares donde no cobraban la entrada empezaron a hacerlo y todo subió de precio. Yo no tomo y casi en ningún sitio piensan en personas como yo, así que no encontré bebidas para mí, sólo pudieron ofrecerme un vasito de 7up a $2000.



Bailé mucho, la pasé bien y estuve hasta que nos echaron del sitio, decidí irme y tomar un taxi. ¡Qué idea tan original! Sólo se me ocurrió a mí y a miles de personas más que estábamos a esa hora en la zona rosa de Bogotá.

Todos los taxis pasaban llenos y los buses repletos. Blancas nieves, diablitas, hadas y ángeles sexys entaconadas y con culifalda deambulaban por la 15 acompañadas de rastas, muertos, dráculas y diablos "prendidos" o borrachos. Ningún taxi vacío paraba, los buses dejaban de parar cuando ya había un racimo de jóvenes con maquillaje trajeado en la cara, que se aferraban tenazmente a las barillas del bus.

Unos a migos de mi amiga y yo caminamos hasta la 72 y la situación no cambiaba, tuve que pedirle el favor a mi papá de que me recogiera (cosa que no suelo hacer), afortunadamente soy "niña juiciosa" y aunque no con mucho agrado mi papá me hizo el favor. Los que me acompañaban siguieron caminando para encontrar transporte, justo después de que se fueron pasaron 10 minutos y un bus que les servía se parqueó en la esquina en la que me quedé, iba vacío.

Para que me viera mi papá en medio de la gente con disfraz, abrí mi sombrilla, un hombre joven que no estaba disfrazado se me acercó y me dijo "Oye tranquila, puedes cerrar tu sombrilla, no está lloviendo" respondí "lo sé, es que me hace más visible" él se rió y se fue.

Camino a casa había jóvenes disfrazados que le hacían el pare a todo, incluso antes de que mi papá me recogiera, un muchacho le rogó que lo llevara a Suba.

Toda la 15, Caracas, 72, 11, 13, 53, 51, 45 y otras calles y carreras tenían grupos grandes de jóvenes disfrazados hartos de caminar que la habían pasado bueno y que necesitaban un medio de transporte para volver a sus casas.

Los conductores de bus y los taxistas hicieron su "agosto" con los jóvenes rumberos capitalinos y Transmilenio también lo habría hecho si funcionara a esa hora, porque muchos rogábamos su presencia, puesto que era claro que lo que se necesitaba en ese momento era un transporte masivo.

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