Una historia inmoral





La gata golosa, mísera y zarapastrosa llamó a los monstruos que parecían humanos a que despedazaran, arrazaran y picaran a unos cuantos pobretones ratoncillos que habían robado migajas del gran queso que había mandado a hacer a punta de marrullas, ronroneos y aruñetazos. Una vez el río de sangre llegó a sus pies dio por terminado el trabajo y pagó.


"El que la hace la paga" siempre dice una amiga, y con cara de absoluta certeza lo refuerza diciendo "eso sí lo creo", después cuenta alguna anécdota. Yo la miro y gozo su ingenuidad, ojalá viera las cosas del mismo modo, creer que existe la justicia divina es tan conmovedor, porque es el ejercicio del corazón bondadoso y creyente que no quiere venganza.

En Colombia y en el mundo en general, tiene más tiempo la creencia en la venganza que la de la justicia divina, el problema en el sistema no es que la gente tenga malos sentimientos o pensamientos, sino que no tiene los medios para llevarlos a cabo, esa es la lógica en la que se nos obliga a vivir. Por mi parte disfruto de mi libertad, aún no he necesitado medios grandes, pero tampoco he tenido sueños demasiado grandes.

A veces me gustaría tener los medios para hacer realidad alguno de mis sueños idealistas, o hacer posible que otros idealistas hagan sus sueños realidad, pienso que a lo mejor si todos los que tuviéramos buenos sentimientos, además tuviéramos los medios, este mundo ya sería un lugar mejor. Lo cierto es que los idealistas tenemos que trabajar para mantenernos y los medios de acción y el tiempo que le dedicamos a las cuestiones solidarias son muy pocos, pues llega un momento en que el trabajo nos absorve y aduras penas el tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos es escribiendo en un blog.

Bueno, pero ya me estoy desviando del tema, es que no quiero abordarlo de frente porque me duele y lloro, sufro de una especie de sentimentalismo humano, patriótico y solidario que no he podido controlar desde niña. Ver las injusticias, las violaciones a los Derechos Humanos, las violaciones a los Derechos de los Niños, las cosas que desde cualquier cultura y punto de vista resultan atroces me despiertan rabia, impotencia y lloro.

Sinceramente no entiendo cómo alguien, que alguna vez fue un bebé que sonreía, un niño que se reía a carcajadas se convierte en alguien capaz de actos de salvajismo 100 veces peores a los de un animal carnívoro hambriento y por razones más incomprensibles como el dinero. ¿Cómo a alguien puede olvidársele que es un ser humano y que la otra persona también lo es?

Esas cosas no sólo me duelen en mi cuerpo de mujer fértil, sino en mi humanidad misma. ¿Será que diferente a algunos planteamientos de ánimo positivo no es que los seres humanos seamos portadores de bondad y amor sino que todos somos capaces de convertirnos en nuestras peores pesadillas?

No quiero creer eso. De hecho estoy harta de escuchar que los seres humanos somos malos o buenos, somos de derecha o de izquierda, blancos o negros, homosexuales o heterosexuales, hacen parte de la denominación de pensamientos y tendencias pero no nos definen a nosotros mismos. Algunas personas y líderes han muerto por la lucha en pro de la equidad en derechos, pero han muerto más como producto de la desigualdad económica y social que causa el capitalismo y que va en contravía de la Democracia.

A veces pareciera que el matrimonio entre Capitalismo y Democracia fuera por conveniencia, que Capitalismo fuera un hombre machista y Democracia una mujer que intenta controlar a su hombre, pero que él con un tarascaso la calla y ahí se queda todo.

Ante la crisis deberíamos unirnos, pensar en mejores posibilidades a futuro, pensar en un mundo en el que los adolescentes no se la pasen diciendo "el mundo apesta, todo es una mierda" y los adultos de dientes para afuera digan "ay no digas eso, tú siempre tan pesimista" y por dentro piensan "sí, es una mierda, pero tengo que luchar para que no siga siendo una mierda por usted".

Los violentos y monstruos siempre existirán, pero somos más los que no ejercemos ese poder sobre otros y los que nos hemos dado cuenta que con una sonrisa, una palabra amable, un acto de solidaridad con alguien se logra más que a los golpes.

A todos los que se identifican con este mensaje no desfallezcan, por momentos parece que todo está perdido, que nada mejora, pero podemos nutrirnos de las personas que a pesar del sufrimiento que han tenido siguen luchando, podemos ayudar en su lucha para que cosas así no sucedan de nuevo, para que se conozca la verdad y para que recordemos que todos somos habitantes de un solo lugar maravilloso llamado Tierra en el que tendremos que aprender a convivir, no sólo porque cada día somos más, sino porque las tecnologías nos obligan a ser más cercanos con los lejanos y porque el corazón nos exige que seamos aún más cercanos con nuestros coterráneos y con las personas similares a nosotros.


Ese es el esbozo de mi propuesta inicial. Si quiere decir algo. ¡OPINE, AQUÍ TODAVÍA HAY DEMOCRACIA!

Comentarios

  1. Siempre he sido partidario de esa inocencia (¡ojo! no estoy diciendo ingenuidad que no es lo mismo) que se esconde detrás de cada una de tus letras. Opino que personas como tu podrían ser artífices de un mundo mejor, tal y como tu lo dices, si tuviesen los medios para hacerlo. Probablemente el sistema que hoy nos sostiene, ese capitalismo democrático, no sea el más adecuado para mantener a nuestra cada vez más conectada y conciente sociedad en el futuro. Tal vez sea hora de que personas como tu dediquen 10 minutos de cada día a escribir las bases para un nuevo orden: dónde el líder evoque la esperanza de la ciudadanía y no la sed de venganza de unos pocos.

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  2. Una triste consecuencia del cada vez mayor desapego de la naturaleza y de las relaciones humanas reemplazadas por la tecnología que cada día nos aísla más en un mundo que cada día permite menos compartir.

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  3. Gracias por los comentarios, realmente este escrito me salió del corazón.

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