Miau

Hacía frío y el gatito buscaba abrigo, estaba perdido, quería encontrar su camino y maullaba.

La gente pasaba, lo miraba, pero no entendían qué decía y continuaban su camino.

Comenzó a llover y el gatito sólo tenía su ternura para cubrirse del frío de las iracundas gotas de lluvia.

De repente alguien lo alzó y lo cubrió de la lluvia, lo llevó a un sitio cálido, le dio leche y lo secó.

El gatito ronroneó agradecido, ella entendió, le sonrió y lo consintió.

Ella le contó su vida, sus sueños y que quería que la acompañara, que no la dejara sola de nuevo.

Fue así como se convirtió en el gatito de la maga.

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