Excelencia: un reto cada vez mayor

El concepto de excelencia según la Real Academia de la Lengua es "Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo", nosotros lo relacionamos con la labor académica, la máxima nota y calificación que se puede obtener.

La excelencia, a mi modo de ver quiere decir tener cualidades superiores, estar en un grupo selecto de personas que quieren hacer las cosas de una mejor manera, que tienen argumentos para sus acciones, que si desconocen algo no lo inventan sino que lo construyen o lo consultan.

Ser excelente es hacer parte de la minoría y como toda minoría en la sociedad de la información, no toma las decisiones más importantes, ni decide el rumbo del consumo, ni de la política, es vulnerable, necesita una protección del Estado.

La situación se vuelve aún más crítica cuando la excelencia se vincula estrechamente a la ética. El grupo se vuelve aún más pequeño, con una voz más débil de personas con autoridad moral que pueden hablar sobre temas sensibles, pero que no tienen incidencia sobre el rumbo de la sociedad.

Lo opuesto a excelencia es mediocridad, es masificación, es hacer las cosas por cumplir un requisito, es estancamiento.

Lo opuesto a la excelencia vinculada a la ética es doble moral, indiferencia, ignorancia y corrupción.

Como miembro de una minoría rara vez escuchada, rechazo tajantemente lo que ha hecho que nuestras organizaciones no crezcan socialmente, que estén inundadas de corrupción y que no tengamos los elementos necesarios para tomar decisiones coherentes en todos los ámbitos.

No soy excluyente por tanto bienvenido sea todo aquel que se mueva en estos círculos de la excelencia y se haya visto abrumado en varios momentos de su vida por los ataques punzantes de la mayoría.

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