Ni FARC, ni ELN, ni Paras, ni Chávez

Colombia ha sido siempre un país atravesado por circunstancias de violencia que se derivan de los intereses estratégicos que potencias, otros países e incluso ciertas clases dominantes del país han tenido durante décadas.

El conflicto más conocido de Colombia por presentarse en las últimas décadas, es el enfrentamiento entre guerrillas, ejército y paramilitares.

Las guerrillas desde un punto de vista político, son enemigas del Estado por estar en contra de él, de su organización y de su sistema político, manifestando su inconformismo con el uso de las armas, con la financiación de la guerra mediante formas ilegales, como tráfico de drogas, extorsión, secuestro y robo. Se constituyeron como organizaciones criminales políticas con discursos anti todo y pro felicidad, cualquier persona que desconozca la realidad y la gravedad del asunto podría dar por hecho que la guerrilla tienen un fin rosa. No es así.

Las falencias en el sistema judicial, la repartición completamente desigual de la riqueza, el acceso al poder restringido, la ignorancia, falta de cubrimiento en salud y una cultura política guiada por el romanticismo y la emoción del momento, justifican la aparición de las guerrillas que reclaman en un inicio la "reforma agraria".

Los ideales de izquierda llevados al extremo, llevan al caos administrativo y militar del Estado, los grandes terratenientes ven amenazada su riqueza, que ya el pie de fuerza del Estado no puede mantener y deciden contratar mercenarios para que los protejan y acaben con la guerrilla. Nacen las Autodefensas.

Las Fuerzas Militares son acusadas de violar los Derechos Humanos, se convierte en un objetivo disminuir esas violaciones hasta llegar a "0", allí se encuentra la utilidad de las autodefensas que luego son denominadas paramilitares, los encargados del trabajo sucio de los militares.

Pronto la población civil, habitantes de pueblos y veredas, terminaron sobreviviendo en medio de los fuegos cruzados, obedeciendo a los amos de turno, cumpliendo las órdenes, aprendieron a callar, a conformarse, se acostumbraron al dolor, a los sonidos de la guerra, sólo vivían por la esperanza, porque como dicen por ahí "la esperanza nunca muere" y esa estaba en las grandes ciudades, donde no había masacres, donde había "plata". Ellos llegaron ahí y se quedaron en casuchas, formando barrios de invasión y convirtiéndose en un problema para la planeación y desarrollo de las administraciones públicas.

La gente quería paz, pero nadie sabía cómo se podía lograr, se intentó con un gobierno que inició una negociación blanda que fracasó, contribuyó al crecimiento de las FARC (guerrilla) y al fortalecimiento de las AUC (paramilitares). Se optó por una segunda opción que como siempre era completamente opuesta a la anterior, se recrudecieron los ataques, se buscó la inclusión de los civiles en la guerra, cosa que no se dio como se esperaba, se mejoró la percepción en algunos jóvenes de los beneficios de la profesionalización militar y los sistemas de información antiguerrilla también mejoraron.

Ya los militares contaban con más herramientas para derrotar a las guerrillas, mientras los escándalos por violación a Derechos Humanos, lavado de activos, narcotráfico, se apoderaban de las altas esferas de las Fuerzas Armadas y del ejecutivo, situación que aún sigue presentándose.

En medio de esta realidad, la sociedad civil empezó a exigir el Intercambio Humanitario para favorecer a los cientos de retenidos que tienen las guerrillas, entre coroneles, oficiales, polícías, soldados y presos políticos, a lo que el gobierno respondió con un NO rotundo y no se recibían mensajes claros de las guerrillas.

La gente no ha descansado, durante el último año se siguió pidiendo el intercambio humanitario, fue tan grande el clamor que llegó a oidos de extranjeros famosos y de representantes políticos de países lejanos que se mostraron interesados en ayudar. Ante tanta presión, no quedó otra solución para el gobierno que ceder.

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, en compañía de la senadora colombiana Piedad Córdoba emprendieron su labor como facilitadores entre las partes para buscar el Intercambio Humanitario, se presentaron tretas de uno y otro bando que impidió que se diera con éxito.

Por fin después de un tiempo, el gobierno renunció a su ayuda, pero ellos siguieron actuando en pro de ese objetivo, que dio como resultado la liberación de Clara Rojas y Consuelo González.

Cuando fueron liberadas, el país se emocionó, la gente estaba feliz, esto se sintió en los diferentes medios, los agradecimientos de las liberadas y de sus familias estaban en todas las pantallas.

Luego de la emoción la crítica, al gobierno nacional, a las secuestradas, a la guerrilla y a Chávez, principalmente a Chávez que en su última alocución sobr el asunto dijo ante una multitud que "las FARC y el ELN no son ningunos cuerpos terroristas, son ejércitos, verdaderos ejércitos, que ocupan espacio en Colombia, hay que darles reconocimiento a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y al Ejército de Liberación Nacional de Colombia, son fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político, que tienen un proyecto bolivariano que aquí es respetado"

OPINIÓN

Con esto sólo se demuestra que estamos cada vez más lejanos de las posibilidades de paz, sólo se presentan escenarios políticos para quienes quieren quedarse con nuestro territorio y nuestras riquezas, a ninguno ni a las FARC ni al ELN ni al Gobierno Uribe ni a Chávez, le importa el pueblo colombiano, ni la verdad ni la justicia, todo se trata del poder, todos están atravesados por ese delirio de poder, Bolívar en su tiempo fue de derecha, y lo usan como símbolo los de izquierda.

Esto no tiene ni pies ni cabeza, sólo es una evidencia más de la falta de identidad de nuestros países, de una democracia y un Estado débil, al igual que la ausencia de una cultura política que esté guiada hacia la transparencia, la justicia y la legitimidad del Estado.

Simplemente nos dejamos llevar por la desconfianza, la trampa, el atajo y estancamos a nuestro país y siempre pocos líderes que se atreven a serlo, porque el miedo nos coarta, son ellos quienes terminan con ambiciones grandes que quieren satisfacer a toda costa.

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